La nieve estaba perfecta, blandita, esponjosa, como un almohadón de plumas. Llevaba nevando todo el fin de semana y no hacía mucho frio, ni viento, ... La verdad es que fue el perfecto domingo para aprender a deslizarse por la montaña, con paciencia, caerse bastantes veces, y dejarse llevar una vez que le pillas el tranquillo. No sabía que haber practicado tai-chi me iba a servir para esto.












