
Pues nada, la conversación que tuvimos el otro día no sé si me dejó peor o mejor, querida, pero sé que necesitaba hablar. Porque una se deja y se empuja y al final se precipita hacia el abismo, y entonces la ostia es tremenda. Pero con el toque de realidad que propociona el dolor, los seres y las cosas que me rodean en esta burbuja que se llama Davis, California, parecen inflarse, toman forma. Y me dolió ver lo que vi, leer lo que leí, al igual que me duele acordarme de las cosas pasadas que ya no van a cambiar. Yo sé que tú me entiendes mucho mejor de lo que yo me entiendo.
Todo esto es parte del pastelito que nos han regalado. Tiene unos cristalitos que se cayeron de la lámpara maravillosa y te va a tocar masticarlos, tarde o temprano, porque el puto pastel te lo tienes que comer. O eso, o nada. Y en lugar de masticarlos para sangrar bien arriba, a veces van directos hacia el esófago, luego al estómago, etc., y esos van hiriendo todos tus conductos, lentamente, son casi invisibles. Sangra que te sangra, y demasiado tarde para poner tiritas. Y no dejas de sangrar. Y al final la terminas cagando. Pero también vas a cagar los cristalitos, eso también es seguro.
Me fui de vacaciones, hicimos un viaje por Francia. Lentamente, en furgoneta, nada de aviones, nada de prisas. Muchos kilómetros por delante y muchos años atrás por recuperar a través de nuestras conversaciones. Cuánto nos hemos echado de menos? Me volví a ver guapa en las fotos. Me volvieron a sacar mi guapo en las fotos. Eso me gustó.
Ahora llevo unas semanas de vuelta en la burbuja. Hoy nos han llevado a Berkeley. La comisión Fulbright nos ha invitado a un "lunch" en la "International House" de la Universidad de California en Berkeley. Pues bien, mi estado era bastante lamentable al madrugar esta mañana, después de haber caído completamente borracha a la cama ayer a eso de las 2am. Llevaba 6 latas de Budwaiser (las 3 primeras en menos de 20 minutos), un puñado de papas fritas y una porción de pizza. Todo esto, después de que Luis me diera una paliza al Raquetball -frontenis- entre las 7 y las 8:30 de la tarde. El tipo se ha empeñado en tirarlas bajitas y yo me quedo clavada. Son puntos muy guarros, pero dice que así aprendo mejor.
Total que conseguí llegar a tiempo, pero con cara de pocos amigos, al punto de encuentro para salir hacia...Berkeley! Mi conversación con otra investigadora durante el viaje ha dejado patente que estaba hecha una verdadera mierda, por dentro y por fuera.
Hemos llegado a Berkeley y lo primero que recuerdo es que huele a gente-suciedad-asfalto-café-humedad. ¡Por fin una ciudad bajo mis pies! Nos hemos reído con la coña de que Davis es algo así como la "Sea Heaven" del Show de Truman, la película. Gentes de diferenes edades, colores, actitudes, vestimenta... mmmm, añoro Madrid. Estoy cansada de la atmósfera exclusiva del mundo universitario... así , de seguido, años y años, es como no cambiar de estación, joder. Por eso siempre me ha gustado Madrid, porque simplemente, hay de todo.
Los encuentros de los becarios Fulbright son ... curiosos. No me apetece comentarlo porque estaba de hangover y no he procesado ni la mitad de cuarto.
Davis es un puto rollo. Creo que vivir en una ciudad que te gusta te carga las pilas. Puedes odiar y amar Madrid varias veces el mismo día. Pero Davis puede desaparecer mañana y pasado hacen un Mall sobre las cenizas, borran la estación de los mapas y listo: se lo llevan a 1000 km hacia el interior, qué se yo, Nevada, y le dan verdaderamente por el culo. No ha pasado nada.
Qué rebruta que soy. I know.