joseGONZALEZkilling..for..love
Hace unas cuantas semanas un colega que me notó la flojera, me puso al día con algunos eventos culturales en la zona de la Bahía, aquí, cerquita de San Francisco. José González iba a tocar el 23 de septiembre en Yoshi`s, Oakland. Beautiful! Me mandó por email el caminito que debería seguir en coche... En unos minutos me hice con mi entrada y al cabo de unos días les comenté a otros españoles sobre el evento pero ni le conocen ni parecían interesados en conocerlo.
Así que el martes pasado pillé el coche y me fui hacia Oakland. Hora y media de camino. Perfecto. El concierto empezaba a las 20h y a 10 minutos de comenzar, me encontraba en el aparcamiento de un McDonalds en no sé qué zona de la Alameda (supuestamente en Oakland). Pregunté, y pude llegar a tiempo. Siempre al límite...
Este verano, la música de este tipo me ha acompañado de un sitio a otro. Hasta en la rulotte que tienen mis padres plantada, literalmente, en Cervera de Buitrago. El disco "In our Nature" ha sido la banda sonora de mis noches mientras trataba de seguir los pasos de Nanga, el prota de la novela homónima de Willy Uribe. Es una combinación potente. Willy Uribe y la música de J. González. Tiene una voz aterciopelada que me recuerda en ocasiones a las de Simon & Garfunkel, no sé por qué. Creo que es porque da la sensación de que hay varios tonos a la vez, como si en el estudio se hubiera grabado sobre él mismo pero con otro tono. Una de los riesgos de cualquier concierto es que no te llene tanto una actuación en directo como lo que escuchas en tu casa. Me preocupaba cómo sonaría su voz: impresionante. Hay algo muy característico en su voz que te engancha y se te clava en el vientre. Hubo momentos de absoluto estremencimiento. Me encantó. Nos levantamos para los bises y se marcó 4 canciones más. Una de ellas, "Cycling Trivialities", mi favorita del segundo LP. Perfecta. Un verdadero subidón.
Aquí está la letra:
Too blind to know your best.
Hurrying through the forks without regrets.
Different now, every step feels like a mile.
All the lights seem to flash and pass you by.
So how's it gonna be.
When it all comes down you're cycling trivialities.
Don't know which way to turn.
Every trifle becoming big concerns.
All this time you were chasing dreams,
without knowing what you wanted them to mean.
So how's it gonna be.
When it all comes down you're cycling trivialities.
So how's it gonna be.
When it all comes down you're cycling trivialities.
Who cares in a hundred years from now.
All the small steps, all your shitty clouds.
Who cares in a hundred years from now.
Who'll remember all the players.
Who'll remember all the clowns.
So how's it gonna be.
When it all comes down you're cycling trivialities.
So what does this really mean.
When it all comes down you're cycling trivialities.
Cycling trivialities.
Cycling trivialities
sábado, 27 de septiembre de 2008
point reyes
El domingo me monté una pequeña excursión hacia la costa. Exactamente hacia Point Reyes.
Tenía por delante 130 km que recorrí bastante más animada de lo que me esperaba. No tenía ninguna prisa, ni tampoco ningún plan concreto. Sólo la música, el agua, la cámara, los prismáticos, y la tarjeta de débito. Llegué a Point Reyes Station, algo así como un pueblito donde comprar souvenirs y comida y donde comprobé que mucha gente se lleva sus bicis hasta allí para pasear por la zona. Fui dejando atrás curvas y más curvas, bosque y colinas, hasta llegar a las zonas de pastoreo, de camino hacia el faro. Es una pena porque el día estaba brumoso y no se apreciaba el horizonte según miraba hacia el pacífico, ni tampoco las dimensiones de la playa sur. Ni tampoco se vieron ballenas, ni tiburones. Por lo visto la semana pasada se pudo ver algo. Sin embargo pude ver y escuchar a los leones marinos retozar en pequeños islotes. También pude ver diferentes tipos de cormoranes, grandotes, no como los que vi en Francia, gaviones y muchos pelícanos. Bajé hasta el faro y comprobé por enésima vez lo alarmistas que son estos yankis (coñazo de gente con el tema de las precauciones... que si tienes problemas de corazón no bajes porque luego hay que subir... coñazo, sí). Jajaja, luego subí sudando y con tembleque en las piernicas... En fin.
Total que me zampé un pedasso de bocadillo de salami y ensalada en una zona protegida del viento, hablé con algunos americanos que se asomaban pero que no veían nada de nada y a quienes les presté mis prismáticos. Luego conduje hasta la playa de Drakes Bay y me di una vuelta larga. Y luego, pues decidí volver hasta Davis atravesando la Bahía, es decir: cruzando el Golden Gate y San Francisco. Buena idea. Muy buena. No sé qué coños pintaban Esclarecidos en mi mp3 pero sonaban de vicio.
Si vas de Point Reyes hacia el sur tienes que tomar la 1 y después la 101 (la famosa carretera de la costa). Por cierto, que las carreteras en USA son pares si van de este a oeste, e impares si van de norte a sur. Está bien para no confundirse, porque es fácil, muuuy fácil confundirse.
El tramo hasta llegar al Golden Gate es una maravilla. Curvas y curvas en lo alto y a la derecha una preciosa caída al mar. Cuando llegué al Golden Gate ya era de noche y me sentí orgullosa de poder cruzarlo en mi coche un domingo como ése. La última vez que había estado en este puente fue durante un viaje que hice con Horacio a San Francisco, a mi primer congreso internacional de Neurociencia Cognitiva, en el 2002. Fuimos caminando desde el lado sur pero no llegamos a cruzarlo porque hacía frío y viento. Aquel día, Horacio se había quedado atrás y yo seguí caminando hasta que un tipo que estaba haciéndose fotos con la novia me pidió que les hiciera unas cuantas fotos, seguidas, una tras otra, que no dejara de disparar mientras posaban. Me lo dijo en inglés. Noté que era mexicano y me lo volvió a decir en español. Me dejó la cámara y se dirigió hacia su novia y entonces les hice una foto, y luego otra, y otra, mientras él se arrodillaba y le decía algo (supongo que la estaba pidiendo en matrimonio, claro), y luego sacó algo del bolsillo (imagino que un anillo) y se lo ofreció. Y yo venga a hacer fotos, flipándolo, viéndo todo a traves de su cámara y sintiendo cómo me iba emocionando a la vez. La novia también flipó... Le diría que sí porque acto seguido se abrazaron y se besaron y yo seguí haciendo fotos... Luego los felicité y me hice otra foto con ellos. Y se fueron. Y de lejos viene Horacio caminando y yo frita por contárselo. "Tía, esas cosas sólo te pasan a ti". Nos reímos mucho imaginando cuánto durarían aquellas fotos en su dormitorio de recién casados. Qué cosas.
Pero no nos imaginamos que yo pasaría por allí en coche unos cuantos años después, de camino a Davis, con un ardor de estómago provocado por el exceso de pimienta en el salami de mi bocadillo. Buff... la de vueltas que da la vida.





Tenía por delante 130 km que recorrí bastante más animada de lo que me esperaba. No tenía ninguna prisa, ni tampoco ningún plan concreto. Sólo la música, el agua, la cámara, los prismáticos, y la tarjeta de débito. Llegué a Point Reyes Station, algo así como un pueblito donde comprar souvenirs y comida y donde comprobé que mucha gente se lleva sus bicis hasta allí para pasear por la zona. Fui dejando atrás curvas y más curvas, bosque y colinas, hasta llegar a las zonas de pastoreo, de camino hacia el faro. Es una pena porque el día estaba brumoso y no se apreciaba el horizonte según miraba hacia el pacífico, ni tampoco las dimensiones de la playa sur. Ni tampoco se vieron ballenas, ni tiburones. Por lo visto la semana pasada se pudo ver algo. Sin embargo pude ver y escuchar a los leones marinos retozar en pequeños islotes. También pude ver diferentes tipos de cormoranes, grandotes, no como los que vi en Francia, gaviones y muchos pelícanos. Bajé hasta el faro y comprobé por enésima vez lo alarmistas que son estos yankis (coñazo de gente con el tema de las precauciones... que si tienes problemas de corazón no bajes porque luego hay que subir... coñazo, sí). Jajaja, luego subí sudando y con tembleque en las piernicas... En fin.
Total que me zampé un pedasso de bocadillo de salami y ensalada en una zona protegida del viento, hablé con algunos americanos que se asomaban pero que no veían nada de nada y a quienes les presté mis prismáticos. Luego conduje hasta la playa de Drakes Bay y me di una vuelta larga. Y luego, pues decidí volver hasta Davis atravesando la Bahía, es decir: cruzando el Golden Gate y San Francisco. Buena idea. Muy buena. No sé qué coños pintaban Esclarecidos en mi mp3 pero sonaban de vicio.
Si vas de Point Reyes hacia el sur tienes que tomar la 1 y después la 101 (la famosa carretera de la costa). Por cierto, que las carreteras en USA son pares si van de este a oeste, e impares si van de norte a sur. Está bien para no confundirse, porque es fácil, muuuy fácil confundirse.
El tramo hasta llegar al Golden Gate es una maravilla. Curvas y curvas en lo alto y a la derecha una preciosa caída al mar. Cuando llegué al Golden Gate ya era de noche y me sentí orgullosa de poder cruzarlo en mi coche un domingo como ése. La última vez que había estado en este puente fue durante un viaje que hice con Horacio a San Francisco, a mi primer congreso internacional de Neurociencia Cognitiva, en el 2002. Fuimos caminando desde el lado sur pero no llegamos a cruzarlo porque hacía frío y viento. Aquel día, Horacio se había quedado atrás y yo seguí caminando hasta que un tipo que estaba haciéndose fotos con la novia me pidió que les hiciera unas cuantas fotos, seguidas, una tras otra, que no dejara de disparar mientras posaban. Me lo dijo en inglés. Noté que era mexicano y me lo volvió a decir en español. Me dejó la cámara y se dirigió hacia su novia y entonces les hice una foto, y luego otra, y otra, mientras él se arrodillaba y le decía algo (supongo que la estaba pidiendo en matrimonio, claro), y luego sacó algo del bolsillo (imagino que un anillo) y se lo ofreció. Y yo venga a hacer fotos, flipándolo, viéndo todo a traves de su cámara y sintiendo cómo me iba emocionando a la vez. La novia también flipó... Le diría que sí porque acto seguido se abrazaron y se besaron y yo seguí haciendo fotos... Luego los felicité y me hice otra foto con ellos. Y se fueron. Y de lejos viene Horacio caminando y yo frita por contárselo. "Tía, esas cosas sólo te pasan a ti". Nos reímos mucho imaginando cuánto durarían aquellas fotos en su dormitorio de recién casados. Qué cosas.
Pero no nos imaginamos que yo pasaría por allí en coche unos cuantos años después, de camino a Davis, con un ardor de estómago provocado por el exceso de pimienta en el salami de mi bocadillo. Buff... la de vueltas que da la vida.






viernes, 26 de septiembre de 2008
miércoles, 10 de septiembre de 2008
mucha PASIóN para los creyentes

Pues nada, la conversación que tuvimos el otro día no sé si me dejó peor o mejor, querida, pero sé que necesitaba hablar. Porque una se deja y se empuja y al final se precipita hacia el abismo, y entonces la ostia es tremenda. Pero con el toque de realidad que propociona el dolor, los seres y las cosas que me rodean en esta burbuja que se llama Davis, California, parecen inflarse, toman forma. Y me dolió ver lo que vi, leer lo que leí, al igual que me duele acordarme de las cosas pasadas que ya no van a cambiar. Yo sé que tú me entiendes mucho mejor de lo que yo me entiendo.
Todo esto es parte del pastelito que nos han regalado. Tiene unos cristalitos que se cayeron de la lámpara maravillosa y te va a tocar masticarlos, tarde o temprano, porque el puto pastel te lo tienes que comer. O eso, o nada. Y en lugar de masticarlos para sangrar bien arriba, a veces van directos hacia el esófago, luego al estómago, etc., y esos van hiriendo todos tus conductos, lentamente, son casi invisibles. Sangra que te sangra, y demasiado tarde para poner tiritas. Y no dejas de sangrar. Y al final la terminas cagando. Pero también vas a cagar los cristalitos, eso también es seguro.
Me fui de vacaciones, hicimos un viaje por Francia. Lentamente, en furgoneta, nada de aviones, nada de prisas. Muchos kilómetros por delante y muchos años atrás por recuperar a través de nuestras conversaciones. Cuánto nos hemos echado de menos? Me volví a ver guapa en las fotos. Me volvieron a sacar mi guapo en las fotos. Eso me gustó.
Ahora llevo unas semanas de vuelta en la burbuja. Hoy nos han llevado a Berkeley. La comisión Fulbright nos ha invitado a un "lunch" en la "International House" de la Universidad de California en Berkeley. Pues bien, mi estado era bastante lamentable al madrugar esta mañana, después de haber caído completamente borracha a la cama ayer a eso de las 2am. Llevaba 6 latas de Budwaiser (las 3 primeras en menos de 20 minutos), un puñado de papas fritas y una porción de pizza. Todo esto, después de que Luis me diera una paliza al Raquetball -frontenis- entre las 7 y las 8:30 de la tarde. El tipo se ha empeñado en tirarlas bajitas y yo me quedo clavada. Son puntos muy guarros, pero dice que así aprendo mejor.
Total que conseguí llegar a tiempo, pero con cara de pocos amigos, al punto de encuentro para salir hacia...Berkeley! Mi conversación con otra investigadora durante el viaje ha dejado patente que estaba hecha una verdadera mierda, por dentro y por fuera.
Hemos llegado a Berkeley y lo primero que recuerdo es que huele a gente-suciedad-asfalto-café-humedad. ¡Por fin una ciudad bajo mis pies! Nos hemos reído con la coña de que Davis es algo así como la "Sea Heaven" del Show de Truman, la película. Gentes de diferenes edades, colores, actitudes, vestimenta... mmmm, añoro Madrid. Estoy cansada de la atmósfera exclusiva del mundo universitario... así , de seguido, años y años, es como no cambiar de estación, joder. Por eso siempre me ha gustado Madrid, porque simplemente, hay de todo.
Los encuentros de los becarios Fulbright son ... curiosos. No me apetece comentarlo porque estaba de hangover y no he procesado ni la mitad de cuarto.
Davis es un puto rollo. Creo que vivir en una ciudad que te gusta te carga las pilas. Puedes odiar y amar Madrid varias veces el mismo día. Pero Davis puede desaparecer mañana y pasado hacen un Mall sobre las cenizas, borran la estación de los mapas y listo: se lo llevan a 1000 km hacia el interior, qué se yo, Nevada, y le dan verdaderamente por el culo. No ha pasado nada.
Qué rebruta que soy. I know.
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